domingo, 21 de mayo de 2017

talleres de lectura critica

[Ejercicios de refuerzo- 3]
Fermina Daza le dio la razón a su marido por primera vez en algún asunto doméstico y se cuidó de no hablar más de animales en mucho tiempo (...) y tal vez hubiera terminado por perder las esperanzas de ver otra vez un animal en la casa, de no haber sido porque una madrugada los ladrones forzaron una ventana del baño y se llevaron el servicio de plata heredado de cinco generaciones. El doctor Urbino puso candados dobles en las argollas de las ventanas, aseguró las puertas por dentro con trancas de hierro, guardó las cosas de más valor en la caja de caudales, y adquirió la tardía costumbre de guerra de dormir con el revólver debajo de la almohada. Pero se opuso a la compra de un perro bravo, vacunado o no, suelto o encadenado, aunque los ladrones los dejaran en cueros.
-En esta casa no entrará nada que no hable- dijo.
Lo dijo para poner término a las argucias de su mujer, empecinada otra vez en comprar un perro, y sin imaginar siquiera que aquella generalización apresurada había de costarle la vida. Fermina Daza, cuyo carácter cerrero se había ido matizando con los años, agarró al vuelo la ligereza de lengua del marido: dos meses después del robo volvió a los veleros de Curazao y compró un loro real de Paramaribo que sólo sabía decir blasfemias de marineros, pero que las decía con una voz tan humana que bien valía su precio excesivo de doce centavos.
Era de los buenos, más liviano de lo que parecía, y con la cabeza amarilla y la lengua negra, único modo de distinguirlo de los loros mangleros que no aprendían a hablar ni con supositorios de glicerina. El doctor Urbino, buen perdedor, se inclinó ante el ingenio de su esposa, y él mismo se sorprendió de la gracia que le hacían los progresos del loro alborotado por las sirvientas. En las tardes de lluvia, cuando se le desataba la lengua por la alegría de las plumas ensopadas, decía frases de otros tiempos que no había podido aprender en la casa, y que permitían pensar que era también más viejo de lo que parecía. La última reticencia del médico se desmoronó una noche en que los ladrones trataron de meterse otra vez por la claraboya de la azotea, y el loro los espantó con unos ladridos de mastín que no habrían sido tan verosímiles si hubieran sido reales.

G. García Márquez; El amor en los tiempos del cólera
  1. COMPRENSIÓN LECTORA

1.1   Resumir la situación que expone este fragmento de la novela de García Márquez, esbozando brevemente la postura de los dos personajes respecto al tema de la presencia de animales en la casa.

1.2.        A partir de las dos frases que se exponen a continuación, explica el carácter que se intuye en el doctor Urbino y en su esposa y el tipo de relación que se supone que se ha establecido entre la pareja.

1)    Fermina Daza le dio la razón a su marido por primera vez en algún asunto doméstico
2)    El doctor Urbino, buen perdedor, se inclinó ante el ingenio de su esposa

1.3.        Dar un sinónimo o explicar el significado de cada una de las expresiones siguientes, dentro del contexto en el que aparecen:

a)      se cuidó de no hablar más de animales en mucho tiempo
b)      aunque los ladrones los dejaran en cueros
c)      para poner término a las argucias de su mujer
d)      empecinada otra vez en comprar un perro,
e)      agarró al vuelo la ligereza de lengua del marido

1.4.        Señala el referente de los pronombres en negrita:
a)    Lo
b)    las
c)    los








2.          EXPRESIÓN ESCRITA

Escoge una de las dos opciones:

2.1. Inventar una historia breve, de unas 100 palabras, en la que el loro de la novela de García Márquez sea el protagonista de los hechos.
2.2. Redactar un texto de unas 100 palabras argumentando a favor o en contra de la presencia de animales domésticos en los domicilios familiares.

3.          REFLEXIÓN LINGÜÍSTICA SOBRE EL TEXTO


3.1. A partir de estos sustantivos sacados del texto, escribir en cada caso el adverbio correspondiente, que comparta la misma raíz o lexema, y construye con él una frase correcta, siguiendo el modelo propuesto.
sustantivo     adverbio                    Frase
Ejemplo:
razón              razonablemente      Yo actúo siempre razonablemente
valor
ligereza
ingenio
alegría

3.2.        Escribe el sujeto de todos los verbos que aparecen en las siguientes frases. Señala la función sintáctica de los elementos subrayados:

d)    Se opuso a la compra de un perro, aunque los ladrones los dejaran en cueros.
e)    Lo conozco muy bien y estoy segura de que, si se lo preguntas ahora ...
f)     El doctor Urbino puso candados dobles en las argollas de las ventanas, aseguró las puertas por dentro con trancas de hierro, ...


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