viernes, 18 de abril de 2014

LA POESÍA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.

“García Márquez nunca ha buscado otra cosa en su obra que evocar los espíritus esquivos de la poesía pues su prosa está impregnada de lírica “

LA POESÍA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


 Entre nostalgias de la casa grande de Aracataca, alegrías y timideces multicolores, vividas o soñadas en las nacientes aventuras preadolescentes en Barranquilla y las conventuales y monótonas vigilias en Zipaquirá y Bogotá, nacen y crecen los primeros poemas de amor, reflexión y soledad, salidos de la pluma febril de..
 Gabriel García Márquez.
  
De manera que esta circunstancia, sumada a un especial temperamento de niño observador e imaginativo y a la influyente personalidad de su abuelo el coronel Nicolás Ricardo Márquez y a la prodigiosa agudeza mental, supersticiosa y mística, de Tranquilina Iguarán Cotes, su abuela, determinaron sin lugar a dudas la adhesión espiritual y vitalicia hacia lo que Gabriel García Márquez denominaría más adelante como “los espíritus esquivos de la poesía”.

 En 1940, cuando el futuro autor de Cien años de soledad acababa de cumplir sus 13 años y cursaba el primer año de secundaria en el Colegio San José de Barranquilla, regentado por los padres jesuitas, dio a conocer unas tímidas muestras de su enorme capacidad para versificar, cuando le improvisaba a cada uno de sus condiscípulos lo mismo que a sus profesores, cuartetas festivas y versos satíricos, sin que hubiera en alguno de ellos ningún asomo de gracia lírica.

“El padre Luis Posada —recuerda Gabo en sus memorias—, capturó uno, lo leyó con ceño adusto y me soltó la reprimenda de rigor, pero se lo guardó en el bolsillo. El padre Arturo Mejía me citó entonces en su oficina para proponerme que las sátiras decomisadas se publicaran en la revista Juventud, órgano oficial de los alumnos del colegio. Mi reacción inmediata fue un retortijón de sorpresa, vergüenza y felicidad, que resolví con un rechazo nada convincente: —Son bobadas mías. El padre Mejía tomó nota de la respuesta y publicó los versos con ese título —“Bobadas mías”— y con la firma de Gabito, en el número siguiente de la revista y con la autorización de las víctimas”…

Por ese tiempo, Gabo tenía el vicio de leer todo lo que cayera en sus manos y se aprendió de memoria decenas de romances del repertorio popular y los más hermosos poemas del Siglo de Oro español. También, el súbito aliento embrujador de los Veinte poemas de amor de Pablo Neruda sedujo al joven Gabo hasta el punto de aprenderse de memoria y recitar no pocas veces al día el famoso “Poema veinte”, lo cual ocasionaba la cólera de algún jesuita.

Una breve muestra de lo que escribía Gabito en esa época es el poema titulado “La muerte de la rosa”:
* * *
Durante su adolescencia, Gabriel García Márquez no mostró interés literario distinto de la poesía. 
En septiembre de 1943 le llegaron a Zipaquirá los ecos de la controversial visita a Colombia de Pablo Neruda y de la violenta polémica que lo enfrentó el líder conservador Laureano Gómez. Tres décadas más tarde el poeta chileno declararía que la novela estelar de García Márquez era el Quijote de América y pediría para él el Premio Nobel de Literatura. Cuando este deseo se hizo realidad Gabo en su discurso de recepción le rendiría homenaje, llamándolo “Pablo Neruda el grande, el más grande, en cuyos versos destilan su tristeza milenaria, nuestros mejores sueños sin salida”.

Ya por entonces Gabito imitaba a Eduardo Carranza en las prosas líricas que, a la manera de Gabo ensayó escribir un texto en cuartetos eneasílabos, titulado “Poema desde un caracol”: 
Gabo no cabía de la dicha a sus 17 años pensando en que sería un poeta y nada más que un poeta. Luego de graduarse de bachiller con honores.
 Ya en la universidad Nacional empieza a publicar sus poemas En La Razón, en una columna bautizada “Poetas Universitarios” apareció firmado por Gabriel García Márquez un poema titulado “Geografía celeste” con el ante título de “Elegía a la Marisela”, que dice así:


Gabo parecía querer contarnos un cuento en cada poema o versificación. Reiteraba, sin saberlo, que cada buen poema no era otra cosa que el teatro de una acción. Y así, hasta que por propia confesión, se sintió cegado por el rayo de sol de La metamorfosis de Kafka, en un insólito camino hacia el Damasco narrativo, Gabo se convenció a sí mismo que la avenida ancha de su destino literario no estaba en la poesía propiamente dicha como género a cultivar sino en la novela y el cuento (el cuento, por lo pronto), en tanto que aquella era tan sólo un preludio prodigioso y fosforescente, un ejercicio de disciplina impostergable, un riguroso sistema de elaboración de estructuras literarias para obras superiores aún no soñadas.

Sin embargo, con esa sorda y peligrosa terquedad de quien no es nadie pero quiere serlo todo, Gabo continuó escribiendo poemas y sonetos de medidas perfectas y publicándolos en las páginas de sus buenos amigos, unas veces con el seudónimo de “Javier Garcés” y otras con su nombre verdadero.
A mediados de 1945 publicó con seudónimo el soneto “Tercera ausencia del amor”:


“Es difícil imaginar, escribe Gabo en sus memorias, hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. Era una pasión frenética, otro modo de ser, una bola de candela que andaba de su cuenta por todas partes. Abríamos el periódico, aún en la sección económica o en la página judicial, o leíamos el asiento del café en el fondo de la taza, y allí estaba esperándonos la poesía para hacerse cargo de nuestros sueños”.

Y como Bogotá no era solamente la capital dela República y la sede del gobierno, sino sobre todo la ciudad donde vivían los poetas, no sólo creía Gabo en la poesía y se moría por ella, sino que sabía con certeza que, como lo escribió Luis Cardoza y Aragón, “era la única prueba concreta de la existencia del hombre”.

Un soneto bautizado “Sin título” —junto con el “Soneto matinal a una colegiala ingrávida”—, son los últimos poemas que Gabriel García Márquez publicó en los diarios capitalinos y en cualquier otro periódico de la Tierra, antes de que apareciera “La tercera resignación”, su primer texto narrativo, hace exactamente 60 años en el suplemento Fin de semana de El Espectador.
Hoy, cuando el orbe entero está llorando su partida a los  87 años del nacimiento del genial fabulista de Macondo,  queremos reconocer en su narrativa magistral, el duende inequívoco de la lírica, las deslumbrantes y arrobadoras gotas de luz con que suele constelar su prosa prodigiosa, y corroborar así que la presencia de la poesía en la novela, el cuento y el periodismo de Gabriel García Márquez no es solamente la prueba concreta de la magnificencia de su parábola vital, sino que es la única artífice de una obra que desde siempre nos ha pertenecido a todos y que se cristaliza en la memoria de los tiempos “más allá del aire donde se terminan las cuatro de la tarde hasta donde no pueden alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”.
 Desde este foro te rendimos un sentido homenaje.

Por siempre.

EL MACONDO QUE GABO NOS DEJÓ







POR SIEMPRE GABO...

Yo, señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir escribiendo”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973)
2. “Nunca, en ninguna circunstancia, he olvidado que en la verdad de mi alma no soy nadie ni seré nadie más que uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca”.
3. “Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un suelo recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que estoy en casa”. (‘El olor de la guayaba’).
4. “Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero sólo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque no se pueden creer”. (1983)
5. “Me siento extranjero en todas partes menos en el Caribe”.
6. “Ya para entonces había logrado una identificación absoluta con la cultura popular del Caribe, la única que reconozco como esencial e insustituible en mi formación de ser humano y escritor”. (1973)
7. “Los cachacos eran los nativos del altiplano, y no solo los distinguíamos del resto de la humanidad por sus maneras lánguidas y su dicción viciosa, sino por sus ínfulas de emisarios de la Divina Providencia”. (‘Vivir para contarla’)
8. “Yo nunca me he cansado de decir que ‘Cien años de soledad’ no es más que un vallenato de trescientas cincuenta páginas”.
9. “El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado, no puedo vivir con él ni sin él”.
10. “Tal vez lo más sorprendente de los colombianos es su asombrosa capacidad de acostumbrarse a todo, lo bueno y lo malo, con un poder de recuperación que raya en lo sobrenatural”. (‘Qué es lo que pasa en Colombia’. En El País, 1989).
11. “Mi nostalgia es volver a ser reportero”.
12. “El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”. (1950)
13. “Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, me conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973).
14. “Pedro Páramo es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en la lengua castellana”.
15. “No hay nada que se parezca más a la soledad del poder que la soledad de la fama”. (1979).
16. “He escrito cinco libros tratando de averiguarlo, de saberlo, de descifrar quién soy. Y todavía no lo tengo claro. Pero hay algo que sí sé: soy el mejor amigo de mis amigos, y ese primer puesto no me lo dejo quietar de nadie”. (1971).
17. “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior e inferior a otro. Creo que son distintos, con distancia biológicas insalvables, pero la hegemonía masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años”. (1992).
18. “Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además, estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella”. (1982).
19. “El poder es sin duda la expresión más alta de la ambición y la voluntad del ser humano, y que por eso resume a la vez toda su grandeza y toda su miseria”. (1982).
20. “El patriotismo es algo que nos persigue hasta el lugar más apartado. En cualquier país del mundo donde yo escriba una novela, es una novela colombiana”. (1969)
21. "Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez."
22. El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad."
23. "Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía."
24. "El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas".
25. "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor".
“Yo, señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir escribiendo”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973)
2. “Nunca, en ninguna circunstancia, he olvidado que en la verdad de mi alma no soy nadie ni seré nadie más que uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca”.
3. “Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un suelo recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que estoy en casa”. (‘El olor de la guayaba’).
4. “Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero sólo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque no se pueden creer”. (1983)
5. “Me siento extranjero en todas partes menos en el Caribe”.
6. “Ya para entonces había logrado una identificación absoluta con la cultura popular del Caribe, la única que reconozco como esencial e insustituible en mi formación de ser humano y escritor”. (1973)
7. “Los cachacos eran los nativos del altiplano, y no solo los distinguíamos del resto de la humanidad por sus maneras lánguidas y su dicción viciosa, sino por sus ínfulas de emisarios de la Divina Providencia”. (‘Vivir para contarla’)
8. “Yo nunca me he cansado de decir que ‘Cien años de soledad’ no es más que un vallenato de trescientas cincuenta páginas”.
9. “El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado, no puedo vivir con él ni sin él”.
10. “Tal vez lo más sorprendente de los colombianos es su asombrosa capacidad de acostumbrarse a todo, lo bueno y lo malo, con un poder de recuperación que raya en lo sobrenatural”. (‘Qué es lo que pasa en Colombia’. En El País, 1989).
11. “Mi nostalgia es volver a ser reportero”.
12. “El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”. (1950)
13. “Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, me conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973).
14. “Pedro Páramo es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en la lengua castellana”.
15. “No hay nada que se parezca más a la soledad del poder que la soledad de la fama”. (1979).
16. “He escrito cinco libros tratando de averiguarlo, de saberlo, de descifrar quién soy. Y todavía no lo tengo claro. Pero hay algo que sí sé: soy el mejor amigo de mis amigos, y ese primer puesto no me lo dejo quietar de nadie”. (1971).
17. “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior e inferior a otro. Creo que son distintos, con distancia biológicas insalvables, pero la hegemonía masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años”. (1992).
18. “Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además, estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella”. (1982).
19. “El poder es sin duda la expresión más alta de la ambición y la voluntad del ser humano, y que por eso resume a la vez toda su grandeza y toda su miseria”. (1982).
20. “El patriotismo es algo que nos persigue hasta el lugar más apartado. En cualquier país del mundo donde yo escriba una novela, es una novela colombiana”. (1969)
21. "Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez."
22. El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad."
23. "Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía."
24. "El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas".
25. "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor".
“Yo, señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir escribiendo”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973)
2. “Nunca, en ninguna circunstancia, he olvidado que en la verdad de mi alma no soy nadie ni seré nadie más que uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca”.
3. “Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un suelo recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que estoy en casa”. (‘El olor de la guayaba’).
4. “Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero sólo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque no se pueden creer”. (1983)
5. “Me siento extranjero en todas partes menos en el Caribe”.
6. “Ya para entonces había logrado una identificación absoluta con la cultura popular del Caribe, la única que reconozco como esencial e insustituible en mi formación de ser humano y escritor”. (1973)
7. “Los cachacos eran los nativos del altiplano, y no solo los distinguíamos del resto de la humanidad por sus maneras lánguidas y su dicción viciosa, sino por sus ínfulas de emisarios de la Divina Providencia”. (‘Vivir para contarla’)
8. “Yo nunca me he cansado de decir que ‘Cien años de soledad’ no es más que un vallenato de trescientas cincuenta páginas”.
9. “El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado, no puedo vivir con él ni sin él”.
10. “Tal vez lo más sorprendente de los colombianos es su asombrosa capacidad de acostumbrarse a todo, lo bueno y lo malo, con un poder de recuperación que raya en lo sobrenatural”. (‘Qué es lo que pasa en Colombia’. En El País, 1989).
11. “Mi nostalgia es volver a ser reportero”.
12. “El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”. (1950)
13. “Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, me conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más”. (‘Retratos y autorretratos’, 1973).
14. “Pedro Páramo es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en la lengua castellana”.
15. “No hay nada que se parezca más a la soledad del poder que la soledad de la fama”. (1979).
16. “He escrito cinco libros tratando de averiguarlo, de saberlo, de descifrar quién soy. Y todavía no lo tengo claro. Pero hay algo que sí sé: soy el mejor amigo de mis amigos, y ese primer puesto no me lo dejo quietar de nadie”. (1971).
17. “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior e inferior a otro. Creo que son distintos, con distancia biológicas insalvables, pero la hegemonía masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años”. (1992).
18. “Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además, estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella”. (1982).
19. “El poder es sin duda la expresión más alta de la ambición y la voluntad del ser humano, y que por eso resume a la vez toda su grandeza y toda su miseria”. (1982).
20. “El patriotismo es algo que nos persigue hasta el lugar más apartado. En cualquier país del mundo donde yo escriba una novela, es una novela colombiana”. (1969)
21. "Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez."
22. El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad."
23. "Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía."
24. "El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas".
25. "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor".

“Con tal de que alguien se acuerde de una frase mía, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Eso dijo hace unos años el Premio Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez, que ha muerto este 17 de abril a los 87 años. Basta echar un vistazo a redes sociales para ver con qué devoción algunos de sus lectores comparten sus citas preferidas, sus frases más famosas, alguno de sus adictivos comienzos...
"Lo único malo de la muerte es que es para siempre. Lo demás, todo es manejable. Pero esta sí que es una trampa, habernos metido en esto tan difícil y después...Yo jamás pensé en mi muerte. Empecé a pensar en eso hacia los 60. (...) Fue una noche, estaba leyendo un libro y de repente pensé: 'Caray, me va a pasar, es inevitable, es as' ”. Antes no había tenido tiempo de pensar en eso. Y de pronto ¡paf!, caray, que no hay escapatoria...", recordaba.
Dejó contada su vida en sus entrevistas, en sus discursos y en su obra, especialmente en sus memorias Vivir para contarla. Y también dejó contada muchas vidas ajenas en su faceta periodística. "La crónica es la novela de la realidad", afirmaba. Sin embargo, años antes de la era actual de periodismo en internet, ya se mostraba crítico con las tendencias: "La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia. (...) A veces se olvida que la mejor noticia no es la que se da primero, sino la que se da mejor", señaló en 1997.
No había entrevista en la que no tuviera que hablar de algo que era tan cotidiano para él como el realismo mágico: "El gran reto de la novela es que te la creas línea por línea, pero lo que descubre uno es que ya en América Latina, la literatura, la ficción, la novela, es más fácil de hacer creer que la realidad". La magia empezaba por la realidad, insistía: "La primera condición del realismo mágico, como su nombre lo indica, es que sea un hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico".
"ESCRIBO PARA QUE MIS AMIGOS ME QUIERAN MÁS"
"Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada", dijo a finales de los 60, en una charla con Mario Vargas Llosa cuando los dos futuros premios Nobel aún eran amigos. "Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más", afirmó en otra ocasión.
Gabo creía que "tanto en el poder como en el amor el ingrediente mágico es la soledad". Más aún: "En realidad no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el significado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario y que parezca todo lo contrario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo que es parte esencial de la naturaleza".
De niño, "dicen que era pálido y ensimismado, y que sólo hablaba para contar disparates, pero mis relatos eran en gran parte episodios simples de la vida diaria, que yo hacía más atractivos con detalles fantásticos para que los adultos me hicieran caso”, escribió en sus memorias. Así hablaba de su infancia al cuidado de sus abuelos en Aracataca, donde nació su fantasía. Un lugar en el que se acostumbraba a dialogar con los muertos y donde la superstición se acababa convirtiendo en un dogma incuestionable. Era la infancia de un Gabriel García Márquez que escuchaba atónito las historias bélicas que le contaba su abuelo, Nicolás Márquez que fue coronel en la Guerra Civil de los Mil Días.
BATALLA CONTRA LA ORTOGRAFÍA
“Me costó mucho aprender a leer. No me parecía lógico que la letra se llamara eme, y sin embargo con la vocal siguiente no se dijera emea sino ma. Me era imposible leer así. Por fin, cuando llegué al Montessori la maestra no me enseñó los nombres sino los sonidos de las consonantes. Así pude leer el primer libro que encontré en un arcón”, apuntó en sus memorias. Ya como Nobel dejó bocas abiertas en el Discurso de inauguración del I Congreso Internacional de la Lengua Española, Zacatecas (México), en 1997: "Hay que jubilar la ortografía, terror del ser humano desde la cuna. Simplificar la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros".
Tambien decía que no le gustaba releer su obra. "Una vez que hago en mis novelas la última lectura ya no me interesan, el libro es como un león muerto", sostenía. De aquí que unas veces dijera que, entre su novelas, su preferida era El amor en los tiempos del cólera, otras El otoño del patriarca, en otra ocasión Noticia de un secuestro... Entre sus pasiones, la música: "La música me ha gustado más que la literatura".

Otro frente por el que se le solía preguntar a Gabo en las entrevistas era por la política y por su amistad con Fidel Castro. En el 77 dijo: "Es el hombre más tierno que he conocido. Y es también el crítico más duro de la revolución y un autocrítico implacable". En el 88: "'Ningún dirigente político, ningún jefe de Estado oye absolutamente a nadie. De manera que tener influencia en un jefe de Estado es lo más difícil que hay en este mundo, y finalmente ellos terminan teniendo mucha influencia sobre uno". En el 92, en pleno "periodo especial" de la isla tras la caída de la URSS: "Todos saben de mi amistad personal con Fidel Castro y que yo apoyo a la revolución cubana".
Sobre los premios estaba má que satisfecho con el Nobel. "Todos los premios son muy interesantes pero si ya tuve el premio que se considera máximo en Literatura, es mejor dejar los otros galardones para los que vienen detrás o delante", dijo en 1994 en Oviedo, tras la polémica generada tras decir que no quería recibir el premio Cervantes, al que fue candidato.
En su discurso al recoger el Premio Nobel en 1982, que cerró parafraseando el final deCien años de soledad, acaba con una oda al optimismo vital:
Los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Como dijo en Vivir para contarla: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. La ocasión nos lleva a añadir que la vida también es lo que uno lee y aquellos libros y autores que recuerda para siempre.