lunes, 8 de mayo de 2017

CULTURA DE PAZ EN LA ESCUELA

La cultura de la paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos, que rechazan la violencia y previenen los conflictos, tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos, pero así mismo respetándolos e incluyéndolos en esos tratados. Esta fue definida por resolución de la ONU, siendo aprobada por la Asamblea General el 6 de octubre de 1999 en el Quincuagésimo tercer periodo de sesiones, Acta 53/243.

"Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz" (Declaración de la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)

La cultura de paz supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz. Significa transformar los conflictos, prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz y la confianza en poblaciones que emergen de la guerra. Pero su propósito trasciende los límites de los conflictos armados para hacerse extensivo también a las escuelas y los lugares de trabajo del mundo entero, los parlamentos y las salas de prensa, las familias y los lugares de recreo.
Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. Ello implica un rechazo colectivo de la violencia. E implica también disponer de los medios y la voluntad de participar en el desarrollo de la sociedad.
Una cultura escolar promotora de paz desarrolla una actitud de respeto mutuo, en la igualdad valórica de las personas, en la tolerancia y el amor mutuo, determinantes en la resolución pacífica de conflictos, así como en la promoción y desarrollo de un pensamiento autónomo.

Desde esta concepción, la cultura de paz aparece como una opción interesante al intentar describir, a partir de los elementos propios de la cultura escolar, la forma como la educación pudiera estar contribuyendo o no a la conformación de alumnos críticos, autónomos y solidarios, capaces de superar el vacío moral dominante, y que valoren su compromiso para la construcción de sociedades más justas y más humanas.
La construcción de una cultura de la paz es un proceso lento que supone un cambio de mentalidad individual y colectiva. En este cambio la educación tiene un papel importante en tanto que incide desde las aulas en la construcción de los valores de los que serán futuros ciudadanos y esto permite una evolución del pensamiento social. Los cambios evolutivos, aunque lentos, son los que tienen un carácter más irreversible y en este sentido la escuela ayuda con la construcción de nuevas formas de pensar. Pero la educación formal no es suficiente para que estos cambios se den en profundidad. La sociedad, desde los diferentes ámbitos implicados y desde su capacidad educadora, también deben incidir y apoyar los proyectos y programas educativos formales. Así es importante que se genere un proceso de reflexión sobre como se puede incidir en la construcción de la cultura de la paz, desde los medios de comunicación, desde la familia, las empresas, las unidades de producción agrícolas, desde los ayuntamientos, desde las organizaciones no gubernamentales, desde las asociaciones ciudadanas, etc.. Se trata de generar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una cultura de la paz enraizada en la sociedad con tanta fuerza que no deje lugar a la violencia. Y se trata de que los gobiernos tomen conciencia de esta cultura de la paz y de los factores y condicionantes que la facilitarían, tal como eliminación de las situaciones de injusticia, distribución más equitativa de la riqueza, eliminación de la pobreza, derecho a la educación en igualdad de condiciones, etc.. Y por otro lado que conviertan esta conciencia en una nueva cultura de administrar el poder.
El país cree en los intelectuales, en los artistas y gestores de la cultura quienes han puesto el conflicto en el foco de sus creaciones para bien de la memoria y el debate. No da espera ahora que hablen públicamente de un proceso espinoso pero trascendental para un poco de paz.

El embajador de Colombia en España, Fernando Carrillo Flórez, ha destacado que "la construcción de la paz tiene un componente cultural fundamental", ya que aunque parecía que estaba

. “Debemos tener unos espacios que permitan que la gente se relacione de manera distinta y ahí las manifestaciones culturales juegan un papel fundamental.  Por eso la invitación es a que pensemos en que además de todos los acuerdo de La Habana, qué cosas se pueden hacer para que desde nuestros territorios tengamos proyectos que construyan paz y que involucren a la ciudadanía”, concluyó.
“La cultura puede ayudar a recuperar identidades, yo quiero que se entienda que este acuerdo significa un cambio de comportamiento”.
ste artículo presenta, a manera de resumen reflexivo, la importancia de "Educar para la Paz" ante el deterioro de la convivencia producto de la violencia. Se revisan los planteamientos de la UNESCO, de teóricos como Galtung, Lederach, Carrión, Fisas, Freire, Arancibia, Capra, Coll, entre otros, y las directrices de la legislación venezolana vigente, donde se encuentran argumentos de base para la construcción de la Cultura de Paz en América Latina. Se invita al lector a repensar el papel de la Escuela como institución abierta a su entorno comunitario, como impulsora de este proceso constructivo de Paz, siendo vital para este fin la participación corresponsable y protagónica de la ciudadanía en el hecho educativo a través de la interacción escuela-familia-comunidad; promoviendo de esta manera la apertura de espacios de diálogo, aprendizaje y acción, definidos en este análisis como Espacios para la Paz.

anza por la paz es una muestra escénica que reúne a más de 30 artistas de diferentes lugares del país. Es un encuentro de experiencias entre lugares e iniciativas artísticas y culturales de memoria histórica y estudiantes de diversas universidades de Bogotá. Una iniciativa que parte de la premisa de la Dirección del Museo Nacional de la Memoria (DMNM), del Centro Nacional de Memoria Histórica, de fomentar y fortalecer espacios de creación artística que visibilicen a través del lenguaje escénico y corporal la resistencia en los territorios, la construcción de memoria y escenarios de reconciliación y paz a través del cuerpo..

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